Los números son alarmantes. En un estudio al respecto se detectó que el 80,4 % de los niños que no gatearon usaron andador; la marcha en punta de pies fue 74,6 % más frecuente en estos niños; y las reacciones protectoras de los brazos al caerse (conocida como reacción de paracaídas), fueron deficientes en el 43,4 % de los niños que usaron andador, versus el 12,9 % de aquellos que no lo usaron. Por lo tanto, el andador no sólo no apoya el desarrollo psicomotor, sino que lo retrasa y potencia una mayor inestabilidad en la marcha de los bebés.
La falsa sensación de seguridad
Desde luego, ningún padre quiere poner a sus hijos en riesgo. En este sentido, los andadores dan una falsa sensación de seguridad, porque un niño puede alcanzar mayor velocidad en andador, dándole a los padres menor capacidad de maniobra frente al peligro. De hecho, muchos de los incidentes con andadores como caídas, o quemaduras y lesiones al alcanzar objetos, ocurren con los padres presentes en la sala quienes, aún atentos a sus hijos, no pueden evitar el accidente causado por el andador.
De los niños accidentados por andadores en Estados Unidos, el 90,6 % sufrió lesiones en la cabeza y el cuello; 41,7 % de los casos fueron contusiones cerebrales, laceraciones y fracturas; mientras que el 4,5 % necesitó ser hospitalizado. La movilidad que le brindan los andadores a los bebés también aumenta los riesgos de impacto con objetos pesados, acceso a bebidas calientes o, incluso, a venenos.
¿Se debe evitar el uso de andadores en nuestros pequeños?
De hecho, en países como Canadá está prohibida desde 2004 la fabricación, venta e importación de andadores para bebés. Aunque en nuestro país no disponemos de regulaciones de seguridad para estos productos, ni estudios sobre los accidentes que causan, en nuestra práctica médica diaria atendemos frecuentemente a niños con lesiones graves asociadas a los andadores.
Los andadores siguen siendo una fuente importante y evitable de lesiones entre los niños pequeños. Combinar la prohibición y retiro de los andadores con una campaña de educación pública que alerte a los padres sobre sus peligros, es un camino a seguir.
El objetivo es disminuir significativamente las lesiones graves asociadas con los andadores, ya que no se ha demostrado que las etiquetas de advertencia, las puertas en las escaleras, ni la supervisión de los adultos sean estrategias efectivas para reducir los accidentes.
Cuidemos a nuestros niños de peligros completamente prevenibles, compartiendo esta información con otros padres y amigos con hijos.
Bibliografía