La mayoría de los dispositivos con pantallas utilizan luces que emiten una radiación llamada “luz visible”. Dentro de la misma hay un tipo de luz denominada “luz azul” que es muy estudiada en la oftalmología y la dermatología.
Trabajos médicos publicados desde los años 90 han demostrado que la “luz azul” emitida por dispositivos electronicos con pantalla, afecta la retina a nivel ocular, deteriorando irreversiblemente la misma a largo plazo.
Así mismo, estudios recientes han explicado como la “luz azul” es una de las principales causantes de manchas en la piel, en pacientes con pieles que van de trigueñas a morenas. Por otra parte, la radiación ultravioleta-A también causa fotoenvejecimiento.
Otras condiciones cutáneas también empeoran con la exposición a la “luz visible”. Es el caso del melasma y la pigmentación post-inflamatoria, las cuales se caracterizan por ocasionar manchas en la piel.
Enfermedades fotoagravadas como la rosácea que empeoran con la exposición solar, también lo hacen con la exposición prolongada a la luz artificial. Sin contar con problemas como el envejecimiento prematuro, la acentuación de las líneas de expresión y la flacidez cutánea, que también son consecuencias de una exposición prolongada a “luz visible”.
Las fuentes donde se origina este tipo de radiación son:
En el caso de las fuentes de luces artificiales, la radiación depende de la intensidad del brillo de la pantalla y de la distancia que tiene la fuente de luz con la piel.
Todas estas son medidas preventivas generales. Sin embargo, una evaluación individual por el especialista siempre será recomendable para encontrar el mejor tratamiento, en especial cuando las condiciones de la piel se vuelven crónicas y afectan la calidad de vida del paciente.