El ejercicio produce y favorece nuevas conexiones cerebrales, evita la atrofia del hipocampo y genera su crecimiento. Además, disminuye los niveles de ansiedad y preserva un buen estado de ánimo.
Además de evitar el sobrepeso, cuidar tus niveles de glucemia y de colesterol, una alimentación saludable es vital para un buen funcionamiento cerebral y disminuir el estrés.
Aprender algo que nos cueste, un tema que no conocemos, una actividad que nos apasione o tocar un instrumento musical, por ejemplo, es muy beneficioso contra el estrés. La actividad intelectual protege nuestro cerebro.
La soledad es un factor de riesgo de muerte. Las personas aisladas tienen menos esperanza de vida. Somos seres sociales, por lo tanto, la vida social protege nuestra salud. Rodéate de personas con quienes la pases bien y te inspiren.
A veces, para escapar de las tensiones se adquieren hábitos nocivos que perpetúan el ciclo de estrés. El alcohol produce daño directo en la mielina, sustancia que recubre las células de nuestro sistema nervioso; mientras que el tabaco aumenta la ansiedad y produce enfermedades cardiovasculares.
El sueño consolida la memoria y modula la respuesta hormonal e inmunológica de la persona. Dormir lo suficiente y a las horas correctas, te ayudará a manejar el estrés.
Finalmente, es importante recordar que, si bien podemos querer rendir al máximo en nuestro día a día, en nuestro trabajo o en nuestros estudios, una exigencia desmedida y sin descanso no es una estrategia inteligente porque puede afectar todo nuestro sistema orgánico.
En consecuencia, cuidemos nuestra salud física y mental y aprendamos a manejar el estrés en nuestra vida. Ello nos permitirá lograr nuestros objetivos y proyectos de manera sostenible y sana.